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13 de junio de 2011

Los ganadores de la lotería son en realidad actores pagados por el Estado

El Garrofer - Alcoi

AÑO TRAS AÑO, después del sorteo de "El Gordo" de Navidad, se repiten las mismas escenas de euforia descontrolada en un puñado de ciudades y pueblos de España. Las mismas escenas, sí. Y según ha podido saber un equipo de investigación de El Garrofer, también son las mismas personas: un grupo de actores que año sí, año no, comparecen ante las cámaras de televisión haciéndose pasar por ganadores del sorteo.

Para confirmar nuestras sospechas, no tuvimos más que acudir a la hemeroteca, donde en los años pares se repetían las fotos de un grupo de ganadores y en los años impares, las de otros. Se trata de gente muy representativa de la clase media española con el fin de que el público se sienta identificado y, en cierto modo, premiado a través de estos personajes de ficción.

Según nos cuentan algunos de ellos, unas veces van a sitios reales, pero a menudo se inventan nombres de pueblos y de ciudades, como Sigüenza o Elche, lugares en realidad ficticios que tienen montados en las instalaciones de los Estudios Roma, en Madrid.

"Nos sacan cada dos años para que no se note", dice A. L. R., un señor de Guadalajara que ha pedido no ser identificado, y que en 2006 interpretó el papel de padre de familia numerosa con algún agujerillo que tapar . "Este año nos ha tocado pasar frío", asegura agotado tras encarnar al llamado héroe de Soria.

"La verdad es que tampoco está tan mal", asegura M.M.G, un ama de casa y actriz ocasional de origen dominicano que, según nos cuenta, lleva siete años participando en este programa secreto del Estado y que ayer mismo fingió ante las cámaras haber ganado siete millones de euros. "Te pagan el autorrés hasta donde sea, y te dan un bocadillo y una cocacola o fanta, a elegir".

El escándalo ha sido destapado por varios integrantes de esta peculiar compañía de intérpretes que aseguran sentirse desengañados y arrepentidos por esta farsa. "El año pasado tuve una depresión de la que me costó mucho salir", asegura una mujer de 54 años de edad, a la que llamaremos Juana, y que supuestamente era poseedora de tres décimos del 32365, un número que no ha sido puesto a la venta. "Este año quise retirarme pero, claro, con los tiempos que corren cualquiera dice que no a los 50 euros y al sandwich", dijo Juana.

La pregunta del millón, nunca mejor dicho, es: ¿y por qué hace esto el gobierno? "Pues yo te lo voy a decir", asegura con caballerosa fiereza el legionario Samuel Inchausondo Ortiz, que sí dio su nombre. "Les sale mejor tener a cuatro gilipollas tirándose sidra avinagrada y fumando puros malos que soltar la pasta", asegura Unchausondo, que ayer interpretó a un lotero de Jaén.