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13 de junio de 2011

La cuenca del Vinalopó, escéptica ante la posible llegada de «agua»

matola

Chucho Sepulcre - Algoda

El trasvase Júcar Vinalopó, planificado desde tiempos de Primo Rivera y considerado como una de las grandes deudas históricas del Estado con Elche y sus aledaños, llevará agua a una zona donde apenas se tiene constancia de ella. La noticia del transvase ha sido acogida con escepticismo en la cuenca del Vinalopó, un lugar detenido en el tiempo donde se desconfía de ese exótico fluido.

“Yo no digo que el agua esa o como se llame no exista”, comenta un bosquimano vestido de negro. “Pero a nosotros que nos dejen en paz”.

La Generalitat Valenciana ha lanzado una campaña de formación sobre el agua en toda la región para educar a los lugareños en las propiedades hidratantes de este líquido.

“Nos llevará tiempo”, dijo a El Garrofer el responsable del programa El Aigua es Vida, Pecos Ripoll. “Aquí la gente está acostumbrada a mascar algarrobas para quitarse la sed y el acto de beber, tal y como lo entendemos los blancos, les repugna”.

“En Matola nos bebemos los higos”, dice un niño de treinta y siete años de edad que, acto seguido, hace una demostración bebiéndose 500 gramos de brevas napolitanas. “Ahora tengo menos sed”.

Según el Diccionario Geográfico Madoz, el llamado Atacama español, un triángulo comprendido entre Aspe, Crevillente y Al Altet, es una región cuya pluviosidad no supera los 0.1 milímetros/década. “Las aguas de esta áspera región del levante sólo se presentan en escasos pozos y manantiales salitrosos que, por esta causa, reciben el nombre genérico de merda”, reza el vademécum de la geografía ibérica.

“¿Aigua?”, pregunta con incredulidad el propietario de una cantera de yeso conocido como Tío Chicharra. “Mosaltros no volem aigua ni música, lo que volem es gasoil”.