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13 de junio de 2011

Arizona pondrá piedras en el desierto para que los inmigrantes ilegales se tropiecen

desierto

Macarena Sinatra - Jiménez, Arizona

A PARTIR DEL PRÓXIMO mes de julio una veintena de funcionarios del estado de Arizona recorrerá la extensa frontera que separa el estados de Arizona del vecino México dejando por el suelo piedras y palos, de manera que los llamados espaldas mojadas se den un traspiés que frustre su intento de pasar a Estados Unidos.

La gobernadora del estado de Arizona, la republicana Jan Brewer, aseguró que con esta iniciativa se pretende disuadir a los cientos de inmigrantes ilegales que pasan todos los días desde la orilla pobre del Río Grande. “No se lo vamos a poner fácil”, dijo Brewer, con cuya firma se rubricó esta polémica medida la semana pasada ante la catastrófica mirada de un pollo.

Brewer ha salido al paso de la controvertida ley asegurando que debe ser el gobierno quien se encargue de desperdigar los taimados objetos, y evitar a toda costa que la gente se tome la justicia por su cuenta. “Algunos rancheros de Jiménez, Westmorland, El Centro y de otros lugares también, han empezado a poner obstáculos en las correderas de los wetbacks”, dijo la gobernadora.

Según ha podido saber este periódico, en algunas de estas localidades fronterizas se ha puesto de moda vigilar con cámaras las llamadas correderas, o pasos comunes de inmigrantes ilegales. "Cuando los vemos tropezar y decir caramba nos descojonamos de la risa", dice Roy Preston a El Garrofer dándose palmadas en los muslos.

La medida, que también ha sido aprobada en Texas, ha causado estupor en México, donde se teme que las madres que cruzan la frontera con sus hijos, tropiecen con estos en brazos y se rompan los dientes al no poder amortiguar la caída con las manos; o que los propios niños se las arrojen entre sí jugando y acaben haciéndose una avería.

La iniciativa, sin embargo, ya es ley y en breve una cuadrilla de dieciocho funcionarios empezarán a desperdigar piedras y palos desde sus respectivas furgonetas por los desiertos de la Gran Cuenca, Black Rock y Owyhee, una extensión equivalente a todo África.

“Las consecuencias de la aplicación de esta ley son impredecibles”, dijo la presidenta del Consejo Nacional de la Raza Janet Murguía, que comparecerá ante el Congreso para solicitar que se haga pública la ubicación de las zonas minadas con cientos de piedras y palos de características similares a las que ya abundan en el propio desierto y que, por tanto, serán difíciles de detectar.