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13 de junio de 2011

Un hombre sano de 38 años ingresa en un geriátrico para “afrontar con calma el momento postrero”

nursing home ii

Los amigos de Ezequiel en una representación de “claun”.

Chucho Sepulcre - Elche

EZEQUIEL GUTIÉRREZ PRIETO, de 38 años de edad, fue admitido la semana pasada en la residencia de ancianos Miramar de Alicante después de que dicho centro geriátrico diera el visto bueno a su ingreso.

La directora de la residencia, Paola Quirós Verdú, comentó a este periódico que la edad “no es óbice” para ingresar o no en una residencia. “Se trata de una decisión muy personal que hay que respetar siempre y cuando se paguen las cuotas”, dice la responsable del geriátrico, según la cual el centro está dotado de todo tipo de instalaciones y actividades "para ancianos de todas las edades”.

Ezequiel, asegura que no echará de menos su vida anterior que definió como “una merienda de negros”.

El que fuera jefe de ventas del concesionario Renault-Dacia de Elche asegura que no quiere esperar a ser un anciano para disfrutar de su vejez, y dice sentirse "muy a gusto" en lo que considera "un gran club de amigos unidos por una preocupación existencial común”.

“Se acabaron los objetivos de ventas, los problemas con los clientes y la crisis del sector”, asegura. “Aquí coloreas un plátano de amarillo y te aplaude todo el mundo”.

“Antiguamente [las residencias de ancianos] eran lugares deprimentes donde se ponía a los viejos delante de la tele todo el día, mientras que ahora tienes payasos, papiroflexia y todo tipo de amenidades”, comenta mientras perfora con un punzón el contorno de un pingüino bajo la atenta supervisión de una monitora. “Esto se me da bastante bien”.

En un principio el nuevo inquilino de la Residencia Miramar solicitó plaza en un centro público, opción que acabó desechando por las trabas burocráticas que le imponían. “La lista de espera del Imserso era interminable, sobre todo si no tenías Alzheimer o una discapacidad grave”, comenta envuelto en un acre perfume de loción antigua. “¡Toco madera!”

Ezequiel asegura que no estaba para el perder el tiempo” por lo que optó directamente por la privada. Al cabo de varias semanas vendió su coche y llegó a un acuerdo con el banco para que le dieran un dinero mensual por su piso de El Carrús y su casa de campo de Matola. “Y bueno aquí estoy, en este entorno de confort y cariño esperando a que me llegue el momento postrero, si me permite el eufemismo”.

El anciano precoz dice encontrarse "de las mil maravillas" y asegura haber encontrado una paz interior verdadera tras la "extenuante aventura" de la vida. "Parece que fue ayer", rememora con la mirada puesta en el sábado pasado mientras afronta un futuro no exento de incertidumbres.

“Mis ahorros me garantizan una estancia aquí de veinte años”. ¿Y cuándo pase ese tiempo? “Bueno, llegado ese momento mis hijos tendrán que asumir sus responsabilidades”.