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13 de junio de 2011

La recesión lleva a los EEUU a la década de los setenta

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Chucho Sepulcre - América

Frank Passoni, un mecánico en paro de Baton Rouge, Loussiana, sabía que era cuestión de tiempo. Era el único de su grupo de amigos cuyo coche no había sido arrastrado por la crisis a una versión de la década de los setenta. “Lo tenía estacionado en la calle y cuando miré por la ventana me di cuenta de que había algo raro”, dice con resignación a este corresponsal de El Garrofer.

“Sigue siendo un [Cadillac] Deville, pero fíjese en la tapicería naranja, en los acabados”, comenta este mecánico en paro. “Que digan lo que quieran, pero este modelo ya no es del 2008, sino del setenta y tres o, como mucho, del setenta y cuatro”.

Según el semiótico Donald Sommerfeld, Estados Unidos se encuentra en plena década de los setenta. “El tiempo es una sensación”, dice el autor de Natación para fumadores. “Estados Unidos ha sido arrastrado a un momento preciso de su historia llevado por una extraña mezcla de melancolía e imbecilidad”.

La involución cronológica empezó a notarse en el parque automovilístico del estado de Oregón, donde más de un millón de coches de reciente matriculación ya son de los setenta. Desde allí, el fenómeno se ha ido extendiendo hacia el este hasta el estado de Ohio, donde el efecto no es tan visible ya que en esa región todo ha permanecido a niveles de 1970 desde el año 1977.

Sin embargo, en ciudades como Nueva York, Boston, Chicago y San Francisco, los hombres se han dejado las patillas largas sin darse cuenta, y cualquier persona, lugar o cosa vuelve a ser merecedora del apócope de fabuloso, fab, o de cualquiera de los cientos de sinónimos de estupendo.

La sensación de estar en los setenta es tan abrumadora que el Boston Globe apareció en su edición de ayer con fecha de 12 de julio de 1979, y algunos rotativos nacionales seguirán esa referencia a partir de mañana.

“¡Groovy!”, dijo con ironía el senador republicano Barry Gibb. “Volver cuarenta años atrás me parece absolutamente fab”.

Desde la Casa Blanca, sin embargo, se lucha denodadamente por sincronizar el tiempo de Estados Unidos con el del resto del mundo.

Con tal fin, la secretaria de transportes Donna Summers celebró una rueda de prensa a bordo del tren de alta velocidad Acela, que alcanzó una velocidad máxima de 108 kilómetros por hora. “Señores, nos encontramos en la punta de lanza del futuro”, dijo Summers. “En esta nación contamos con una tecnología absolutamente cool-o-roonie y muy superior, en todo caso, a la de la Unión Soviética”.

De momento, el presidente Obama ha echado a su sastre por hacerle los pantalones de campana, aunque la fuerza de los tiempos le ha hecho descuidar otros detalles. “Lo del pelito me parece la gota que colma el vaso”, dijo el senador por Missouri, Steve MacQueen, en relación al voluminoso afro que luce el presidente. "Si las cosas no cambian pronto, que la fuerza nos acompañe".

“El presidente Obama tiene plena confianza en que este extraño espejismo derivado de la adversa coyuntura económica, ambiental, ética, estética y moral por la que atraviesa el país pasará muy pronto”, comentó por su parte el portavoz de la Casa Blanca, Marvin Gaye. “We just gotta chill”.