Miguel Zejas – América
LA CIA FILTRÓ LA SEMANA PASADA una serie de documentos al diario norteamericano New York Herald que dan “indicios ciertos” de que el ex vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, sucumbió a la "hijoputez" incesantemente desde que accediera a la Casa Blanca en noviembre de 2000.
Es sabido que el político de Casper, Wyoming, ha bromeado ocasionalmente en fiestas, cacerías y celebraciones familiares, diciendo aquello de “soy el mayor hijo de puta al oeste del Mississipi”, un chiste del que era necesario reír de una forma muy específica para evitar contingencias predecibles. Ahora, las sospechas derivadas de su mirar taimado y de su siniestra hechura y complexión, se ven avaladas por pruebas documentales.
“El número dos de la administración Bush entró de lleno en el fango de la hijoputez donde, lejos de sentir repulsión por su pungente tufo, actuó en todo momento con suma desenvoltura y resuelto donaire”, dice el editorial del rotativo norteamericano. "Las evidencias apuntas a que Cheney se zambulló de cabeza en lo hijoputístico".
Según los documentos facilitados por la CIA, el corpulento si bien contrahecho Cheney, babeaba de satisfacción al conocer los detalles del inconmensurable dolor que causó mediante sus acciones. También se sabe que sus intrigas y conspiraciones para instigar la invasión de Irak pudieron haber sido motivadas por una apuesta con un tal Carlos Meyer quien, horas después de la invasión, le llamó por teléfono y le dijo: “Dick, eres el mayor hijo de puta al oeste del Mississipi”.