por Roger Santacatalina
A PESAR DE LA INCONMENSURABLE extensión de EEUU (Estados Unidos), podríamos aseverar que el gigante norteamericano se puede ver en su totalidad aterrizando exclusivamente en Boston y San Francisco, las dos ciudades más europeas del país.
En Boston no es difícil encontrarse con grandes cantidades de turistas europeos recién llegados del Viejo Continente, o que hacen escala en su viaje de vuelta a Suiza, Suecia o Escandinavia tras visitar San Francisco, metrópoli de angostas y empinadas calles que recuerda a cualquier ciudad de provincias española, tanto por su arquitectura colonial y concepción urbanística, como por el gran número de europeos sin ánimo de lucro que acuden a ejercer la fotografía semiprofesional.
Lo mismo se puede decir de Boston, la gran metrópoli de Nueva Inglaterra cuyas casas señoriales y elegantes parques de robles centenarios traídos por los colonos británicos en el Siglo XVII, hacen pensar que estamos en algún distinguido barrio de Londres o en una hacienda de la campiña inglesa.
No en vano, decenas de miles de ingleses acuden regularmente a esta ciudad ya de por sí distinguida y donde tampoco es infrecuente toparse con caretos de Torrelodones.
Estas dos ciudades a las que hacemos referencia están unidas por un continuum de lugares muy americanos y sin personalidad dominados por Las Vegas, Nebraska y Des Moines, y que no merecen mucho la pena ya que no recuerdan a la UE a pesar de sus denodados esfuerzos en ese sentido.