El Garrofer – Madrid
El banquero español Emilio Botín ha iniciado una serie de trámites para mantener su vasto patrimonio después de su fallecimiento. El presidente del Banco de Santander dijo que la vida no da de sí lo suficiente para poseer plenamente todos sus bienes, y aseguró que está dispuesto a hacer todo lo que esté en sus manos para que lo que es suyo siga siéndolo indefinidamente una vez expire.
A pesar de que ni la legislación española ni la de ningún otro país contempla este supuesto, Botín dijo que "no es justo que uno tenga que desprenderse de sus cosas después de morir”.
“Creo que con un poco de empeño me podré comer las cosas perecederas del refrigerador mientras agonizo, ¿pero y lo demás?”, se preguntó en su residencia de verano en Aspe.
El cerril multimillonario aclaró que se siente bien de salud y que no quiere alarmar a la opinión pública, aunque dijo encontrarse en un momento de la vida que invita a la reflexión y a la toma de ciertas decisiones.
"Si los grandes artistas y científicos han logrado la inmortalidad a través de sus creaciones y descubrimientos, los ricos también deberían serlo a través de su riqueza", dijo el banquero. "Morirme me da igual, lo que no quiero es perder lo que tengo por el mero hecho de estar muerto".
De momento, los herederos de Don Emilio mantienen un cauteloso silencio ante la posibilidad de no poder acceder a su incalculable fortuna.
“La familia es importante, pero tengo que pensar en mí mismo”, dijo. “Naturalmente, quienes me sigan podrán hacer uso de mi Thermomix, siempre y cuando quedé claro que fue, es y seguirá siendo mía”.
Fuentes jurídicas consultadas por este periódico han asegurado que la legislación vigente no contempla la posibilidad de que un muerto sea poseedor de bienes. “La tradición judeocristiana es muy clara al respecto”, dice Jesús Cal Camuñas, catedrático de derecho natural de la Universidad Inmobiliaria Blat. “Sin embargo, y aunque un occiso carece a priori de la personalidad jurídica necesaria para lo que es tener, no es imposible detectar lagunas que permitan tergiversar esa premisa”.
Botín ya se ha ido posicionando para hacer realidad su deseo. En primer lugar, ha firmado un testamento en vida para mantenerlo legalmente vivo ad infinitum. “Creo que si no me quitan los tubos y mantienen conectado el pulmón artificial, no podrán declarar oficialmente fallecido por mucho que empiece a descomponerme, lo cual también podría evitarse aplicando las técnicas más avanzadas de momificación y formolato”, dijo sin escrúpulos el rico.
El banquero también ha decidido comprarse a sí mismo la mayor parte de sus bienes con el fin de incrementar el vínculo de posesión con estos; es decir, para que sus cosas sean más suyas si cabe y dificultar así la ruptura del nexo patrimonial tras la muerte.
Botín ha adjuntado a toda su documentación un compendio de fotografías de momias y cadáveres amojamados que, a su juicio, "parecen muy dignos y capaces de poseer cosas, por qué no".