por Santos de Mier y Olza
Subdirector de obituarios
SI BIEN ES CIERTO QUE LA muerte de Whitney Houston, una de las grandes estrellas de la música contemporánea, es una noticia bastante heavy, tengo que coincidir con otros observadores en que esto no ha sido tan fuerte como lo de Amy Winehouse.
De acuerdo, Whitney Houston fue una superventas sin precedentes. Sin embargo, por mucho que la intérprete de I Will Always Love You fuera un fenómeno mucho más global que la Winehouse, entre ambos fallecimientos hay una diferencia considerable que podemos atribuir tanto a factores objetivos, como la mayor edad y alejamiento progresivo de la escena de la cantante afroamericana, como a los factores subjetivos que intentaré desgranar a continuación:
Seguramente estaríamos valorando el luctuoso suceso de manera muy distinta si quien hubiera desaparecido súbitamente hubiera sido una Beyoncé pletórica o la propia Madonna: eso hubiera sido súperfuerte.
Y no es por quitar méritos a la ausencia de la protagonista de "El guardaespaldas", que sin duda es equiparable al doloroso hueco que dejarían cantantes de la categoría de Tony Braxton o Mariah Carey si llegara a acontecerles lo irreversible.
Seguramente estaríamos valorando el luctuoso suceso de manera muy distinta si quien hubiera desaparecido súbitamente hubiera sido una Beyoncé pletórica o la propia Madonna: eso hubiera sido súperfuerte.
Y no es por quitar méritos a la ausencia de la protagonista de "El guardaespaldas", que sin duda es equiparable al doloroso hueco que dejarían cantantes de la categoría de Tony Braxton o Mariah Carey si llegara a acontecerles lo irreversible.
De lo que no cabe duda es de que al margen de grandes hitos como lo de Michael Jackson (que fue lo más, por encima incluso del tsunami de Japón y de las Guerras Carlistas), podemos decir que la muerte de la Winehouse fue un suceso más chocante y palpable, sin que ello desmerezca la pérdida reciente de la diva de Newark, que es también meritoria y suscita todo nuestro interés.